martes, 4 de diciembre de 2007

Música de bichitos...

Hay como una música de bichitos que cantan (¿cantan o hacen ruido?) a lo lejos.
Hay como un vientito de tormenta y hace días que a la noche hay truenos y relámpagos pero no cae una gota. Al otro día amanece nublado/con sol y calor aplastante.
Siempre que llegan estas fechas, en la calle suele haber un clima algo extraño:
Por un lado, los que corren apurados y con cara de "Si te contara mis problemas...!"
Y por otro, esos que parecen flotar a tres centímetros del piso.
Y después, los de siempre:
Dos o tres enamorados, regalándole la luna a sus amadas, un puñados de desconformes cejijuntos. Algunos optimistas con sonrisas pintadas en sus caras y varios enojados con el sol si hay calor, con las nubes cuando llueve, con la noche por los grillos y mosquitos y con el día por el ruido... Pero esos son todo el año. Haga frío o calor. En verano y en invierno. Y no me fijé pero estoy en condiciones de afirmar que también en primavera... y hasta en otoño!
Y habemos algunos que sentimos dentro (y, si ponemos la suficiente atención, también en las manos, los pies, el pecho y los ojos) una sensación, valga la redundancia, de que algo extraordinario se aproxima. Algo maravilloso está por pasar y se respira en el aire. Algo que hará que nada vuelva a ser igual.
Claro que alguno que me vea va a gritar:
- "Eh vos... que sos siempre el mismo optimista enamorado, regalándole la luna a su amada y que pareces flotar a tres centímetros del piso, por que no parás con la pavada?"
Y yo me voy a sonreir, miraré a los costados buscando la complicidad de otros optimistas enamorados que, flotando a tres centímetros del piso le regalan la luna a sus amadas que, justo justo, pasan junto a mi y me encojeré de hombros y, juntando el equipo de mate y plegando la reposera me iré de ahí... cantando bajito...
"quereme así piantao....
...piantao, piantao..."

lunes, 3 de diciembre de 2007

Estatua de Sal

El caballero andante sintió como la vida empezaba a extinguirse. Y su sangre, siempre caliente y roja, comenzó a teñirse de oscuro y a ser más fría. Sintió su mano inmóvil y su espada caer y chocar contra el suelo en un sonido metálico que retumbó, una y otra vez en el frío paraje.
Sus piernas se clavaron en el piso y supo que ya no volvería a dar un paso.
Se convertía en estatua. Estatua del tiempo. Estatua de sal.
En un último esfuerzo, sabiendo lo que vendría después, enderezó la espalda y levantó el mentón... y ya no se movió.
Se inmortalizó en una seña de saludo al tiempo. Una cruel despedida que sería eterna... y llovió ese día... y esa noche... y los seis días y las seis noches que siguieron.
El caballero andante ya no andaba. Ahora era un emisario dormido de una cruzada que se volvía incierta en manos de un alma inmóvil, serena, de ojos cerrados y con la sabiduría suficiente de esperar que un rayo golpeara la tierra, que la alineación de los espacios se produjera o que el mundo cambiara un día y las reglas estallaran en millones de partes... la sabiduría de quien ha vivido eras enteras y ha visto edades pasar... la sabiduría de quien está condenado a una vida errante, en continuo movimiento...

Y del silencio en el que esperó un día escuchó una voz que hablaba. No supo si le hablaba a él o si simplemente hablaba...
No conocía el lenguaje, pero sabía que debía poner atención.
No le tomó demasiado darse cuenta que escuchaba la misma frase una y otra vez. Un conjunto de siete u ocho palabras que se repetía una y otra vez, incansablemente. Un conjunto de palabras que formaban una frase. Una frase con una musicalidad rotunda, como si se tratase de una antigua profecía a la que le había llegado el tiempo de cumplirse y suceder.
Con el tiempo, que pudieron ser días, meses o segundos, logró descifrar cada palabra.
Primero se dejó llevar por la música de la frase y dejó que su ser vibrara a ese compás. Después la cadencia lo llevó a distinguir cada palabra suelta. Sin comprender. De a poco las letras empezaron a hacerse familiares y a bailar ante sus ojos... y sin darse cuenta escuchó la voz, tan clara como el agua, que hablaba de un elegido y de una estatua que comenzaría a caminar luego de un largo sueño. La profecía anunciaba que el elegido tomaría la espada perdida entre rocas y la empuñaría en alto y que la luz de una luna de plata reflejaría en la hoja inmaculada y dibujaría un camino en el cielo. Habría de seguir esa dirección y los dioses volverían a hablarle, cuando llegara el momento adecuado... y así fue.
El caballero sintió el calor en el cuerpo otra vez y el aire en sus pulmones. Su piel volvió a ser blanda y abrió los ojos, movió la espalda. Al recuperar la vida cayó de rodillas, tal vez, desprevenido de la posibilidad de perder el equilibrio, y su mano de apoyo, la derecha, veloz como una serpiente, buscó entre el suelo y empuño la vieja espada reluciente.
Clavándola en el suelo y apoyando todo su cuerpo en ella, se puso de pie. Se estiró alto al cielo y levantó su brazo y la luna cobró vida en la hoja de su espada y mostró un camino...
Intercambió un pensamiento consigo mismo. Hizo un juramento secreto a los diosos en un susurro que llegó al cielo y caminó, en dirección desconocida...
Muy lejos de ahí y sin saberlo, una princesa hermosa como un ángel, lloraba al dormir y soñaba que un caballero andante desconocido, partía de una región lejana, guiado por la luna, en busca de su amada...
Y dormida sonrió...

Otra forma de ver las cosas...

Y casa paso que di fue hacia adelante. Buscando llegar a vos.

La vida se movió varias veces y en vidrios estallaron los sueños que quedaron sin volverse realidad. Las vidas que quedaron sin vivir y el tiempo en forma de reloj, mirando, y alentando las cosas pasar.

Final. Dolor. Lágrimas, como lluvia... y después de la lluvia, siempre sale el Sol...

Renacer. Alcanzar una nueva forma de vida donde lo impensado es material y donde se puede vivir sonriendo.
El amor me mostraría el camino y un ángel la llave para abrir todo un nuevo mundo soñado pero hasta ayer irreal.

Creer en lo imposible.
Creer hasta reventar.
Creer hasta flotar a diez centimetros del piso.

Se lo que estoy destinado a ser o no ser nada...

Amar como sinónimo de estar vivo.
Vivir como sinónimo de no de dejar de soñar.
Soñar como alimento al corazón que nunca más va a dejar de latir/soñar.

Si estuvieras conmigo seríamos felices, como la luz en un mundo apagado que lucha por marchar a todo motor.

Algún día voy a escribir estas líneas sintiendote respirar a mi lado, dormida...
sabiendo que juntos podemos construir el mundo feliz que soñamos.

El mundo real y mágico, de nubes de sueños.

En tus ojos y nuestras risas y manos vamos a inventar un remedio a estar solos.

Cada día me despierto sabiendo que falta menos para ese momento en que nos encontremos otra vez.
Y en ese momento se lo que voy a hacer:
Voy a abrir mi pecho para que puedas ver lo que hiciste esa noche donde la primavera se mezcalaba con el verano, con solo estar ahi parada, sonriendo...

Es inevitable y sin remedio pelear día a día sin saber de vos...

Porque siento que esta lucha que batallo en soledad no hace más que aumentar en mi la fuerza, porque se que en algún momento, antes o despues, de día o de noche, con frío o con calor, vas a estar ahí, en algún lugar, sonriendo...

Y yo simplemente...

"...y yo te escucharé con todo el silencio del planeta y miraré tus ojos como si fueran los últimos de este país..."

...será... lo que tenga que ser...
...o no será nada...

domingo, 2 de diciembre de 2007

Para empezar...

Para empezar...

- El Amor como máquina del tiempo.
Hacia un pasado feliz y lleno de recuerdos..
Hacia un futuro que vendrá completo de imágenes, de risa, ojos que se encuentran y una casa llena de niños...

- El Amor como certeza de ir hacia adelante.
De una lucha personal entre lograr un equilibrio y aprender a volar sin tocar el suelo.

- El Amor como señal en un camino que no te deja perder el rumbo.
Es siempre escucharse y no tener miedo de intentar y hacer locuras.

- El Amor para toda la vida
Ser viejitos y reconocer en tus ojos ese mismo Angel que años atrás nos mostró un camino común.

- El Amor como punto de partida
- El Amor como antídoto del miedo
- El Amor que supera los males
- El Amor que me regaló la vida
- El Amor que se resiste a ir y siempre gana
- El Amor que ahora me mira directo a los ojos y tiemblo
- El Amor que estuvo, está y estará...
... para toda la vida